jueves, 10 de octubre de 2013

LA FAMILIA: TRANSMISORA DE LA FE

La familia es el lugar donde nacemos, nos formamos y crecemos. Los elementos que brinde la familia a sus miembros, son determinantes para que cada persona logre asumir la vida, además influye en los diferentes recursos con los cuales contará para enfrentarse al mundo, para relacionarse con los demás y para construir una representación de sí mismo,  de ahí la importancia de tener claro qué persona estamos formando para entregar a la Iglesia y a la sociedad.


A lo largo de la historia e incluso en la actualidad, la familia ha desempeñado un papel fundamental en la educación de sus hijos, en la humanización y en la socialización de cada persona, por eso tiene tan importante misión  de formar a los hijos integralmente, y ello involucra formarlos en la fe, guiarlos para el encuentro con Dios, fortalecerlos en la oración, enseñarles la riqueza de  celebrar  los sacramentos y de participar en la vida de la Iglesia; es importante resaltar y tener  claridad  que estos principios se refuerzan con aspectos como: El ejemplo, el  testimonio de vida, el compromiso y la perseverancia.

Por consiguiente, el hogar  es una fuente viva de fe, donde se enseña a creer en un Dios verdadero, cercano y misericordioso,  que nos ama y al que estamos llamados a amar,  a anunciar y a comprender su misterio.  Los padres deben asumir la responsabilidad de guiar a las nuevas generaciones, de transformar la sociedad formando personas que conozcan a Dios, que den testimonio de su Palabra, que hagan vida el Evangelio,  que lleven el Reino a aquellos que lo desconocen. Transmitir la fe, es transmitir esperanza, riqueza espiritual que fortalece la persona y sana las heridas más profundas. La familia tiene la misión  de  llevar una vida de acuerdo a Cristo,  con coherencia,  actitud optimista y alegre ante las diferentes circunstancias que se nos presentan; mostrar con nuestro testimonio que cuando estamos en sus caminos la vida se torna especial, encontrando un significado profundo a los diferentes acontecimientos que  exalta  a la persona y da sentido a la  existencia.

El seno familiar,  es el lugar propicio para  introducir a los hijos en la iniciación cristiana, para llenarlos de Dios; como “Iglesia doméstica” tiene la tarea de abrir el camino para que los más pequeños descubran la presencia del Señor en la vida familiar,  a partir de una experiencia viva, porque   la fe nos une en el  amor y “Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios,  porque Dios es amor” (1 ª Jn 4, 7-8) y el amor es la base para una vida en plenitud, amor por Dios, amor por sí mismo, amor por el prójimo.


Reflexión
¿Cómo estamos viviendo la fe en nuestra familia?
¿Qué buscan los padres con llevar a los hijos para que reciban los sacramentos?
¿Qué les decimos a los niños y adolescentes sobre Dios?
¿Cómo podemos fortalecer la fe en la vida familiar?

Realizar un compromiso en  familia

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