Queridos
amigos,
Bienvenidos a esta mañana, que han venido a Roma en peregrinación
para mostrar su devoción a la Sede Apostólica y fortalecer su compromiso con la
Asociación Pro Petri Sede , elogio de la generosidad y el
sentido de la comunión eclesial.
El Año
de la Fe que la Iglesia celebra en este tiempo, nos
invita a una conversión genuina al Señor Jesús, el único Salvador del mundo. La fe dando la bienvenida a la
revelación del amor salvífico de Dios en nuestras vidas, nuestra existencia
entera está llamada a seguir el modelo de la radical novedad introducida en el
mundo por Resurrección de Cristo. La fe es una realidad viva, que constantemente
debe descubrir y profundizar para que pueda crecer. Es ella la que debe guiar la mirada y
la acción del cristiano. Debido a
que es un nuevo criterio de comprensión y de acción que cambia la vida del
hombre. Como ya he tenido ocasión
de decir en la Carta Apostólica Porta
fidei , el Año de
la Fe, es una buena oportunidad para intensificar
el testimonio de la caridad. "La
fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento de
agradecimiento duda constante. La
fe y la caridad llamarse unos a otros, de modo que uno permite que el otro para
hacer su camino "(n. 14).
Para vivir este testimonio de la caridad, el Señor, que transforma
el corazón y los ojos del hombre es indispensable. De hecho, este es el testimonio del
amor de Dios por todos nuestros hermanos en la humanidad que da el verdadero
sentido de la caridad cristiana. No
se puede reducir a un humanismo simple o empresa de promoción humana. La asistencia material, según sea
necesario, ya que no es la totalidad de la caridad, que es la participación en
el amor de Cristo dada y compartida. Toda
auténtica caridad es una manifestación concreta del amor de Dios por los
hombres, y así se convierte en anuncio del Evangelio. En este tiempo de Cuaresma , que los actos de caridad que se hizo
(cf. Mt 6, 3), que todos puedan avanzar hacia
Cristo, que continúa viniendo a conocer a los hombres!
Queridos hermanos, que vuestra peregrinación fortalecer su
relación con Cristo y resucitar la gracia recibida en el Bautismo! A medida que crecen en el deseo de
mostrar siempre su fe dondequiera que estés! Me
encomiendo a cada uno y cada una de vuestras familias, y vuestros miembros a la
intercesión materna de la
Virgen María y
la protección del Apóstol Pedro. Con
todo mi corazón, te doy Bendición Apostólica.
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