Por: Diana Soto
En
la vida muchas veces nos hemos encontrado con dificultades donde no sabemos qué camino tomar, donde los
obstáculos predominan. Son muchos los pensamientos negativos donde la depresión fluye con su idea
decadente de autodestrucción, con pocas
las ilusiones de vida, con pesimismo en el futuro, sumergidos en un “vacío existencial”,
experimentando la vida como algo carente de sentido.
Si
bien el ser humano es asumido con la capacidad para sufrir, también es
importante resaltar que tiene muchas capacidades para crear y para amar, teniendo en
cuenta que si se lo propone lograría llegar a encontrar un sentido
a todo lo que nos rodea, dándole un objetivo primordial y valor a nuestra
existencia .
Entonces
si miramos más detenidamente la
adversidad, esta puede ser un camino lleno de aventuras, una oportunidad para
crecer; sin embargo, el sentido que
damos a nuestra existencia es fundamental para llenarla de significado, “Quien
tiene un porque para vivir puede soportar casi cualquier como”.
Ante
las dificultades de la vida, la
fortaleza moral y espiritual es muy necesaria, teniendo presente que “la
tensión interna es un requisito indispensable de la salud mental” pues la
adversidad se convierte en una oportunidad para mejorar y madurar en los
diferentes aspectos de la vida, pero cuando nos enfrentamos a situaciones que
parecen “no tener salida” es importante saber buscar ayuda, de familia, amigos
y personas idóneas, que nos orienten y acompañen integralmente en el momento,
sin desconocer que “Una situación externa excepcionalmente difícil, es lo que
da al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo” y
más cuando nos convencemos que “La salvación del hombre está en el amor y a través del amor”
“El
tener una vida demasiada tranquila y sin ninguna preocupación es muy difícil de
llevar, además es muy aburrida y acaba
por dejarnos con un “vacío existencial,” con una “vida sin significado ni
propósito” los periodos de calma los
vemos como satisfactorios, pero es
importante aprender a rescatar el valor de las crisis y de los momentos de
tensión y dificultad; pues la vida adquiere sentido cuando tenemos una finalidad,
un rumbo claro y marcado, lo que no es sano
es que vivamos en una total calma permanente.
Bajo
condiciones adversas aparece la pregunta por el sentido de la vida. La vida sólo
tendrá sentido si tiene una finalidad, un destino último, un lugar a donde
trascender. Como dijo Nietzsche "El que tiene un porqué
para vivir, puede soportar casi cualquier cómo".
Cualquier hombre puede ser feliz, sólo debe tener un rumbo marcado y una meta
clara, en las que ponga todo su esfuerzo y voluntad, y siempre y cuando elija
"querer vivir", podrá hacerlo felizmente; a pesar de que su entorno
sea perjudicial y contrario a sus principios y valores morales
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