Ciudad del Vaticano, 22 septiembre 2012
(VIS).-Benedicto XVI ha recibido esta mañana a los participantes en el
encuentro promovido por la Internacional Demócrata Cristiana, cuyo presidente
es el italiano Pier Ferdinando Casini.
“El compromiso de los cristianos en la
sociedad -dijo el Papa- no debe experimentar ni flexiones ni retiradas, sino
que, al contrario, debe proseguir con vitalidad renovada, teniendo en cuenta la
persistencia y, por algunos motivos, el agravarse de problemáticas que tenemos
ante nosotros”.
Entre ellas, Benedicto XVI, citó la
situación económica actual, “cuya complejidad y gravedad, ciertamente es fuente
de preocupación, pero ante la cual el cristiano está llamado a actuar y a
expresarse con espíritu profético, capaz de percibir en las transformaciones en
curso la incesante y misteriosa presencia de Dios en la historia, asumiendo
así, con realismo, confianza y esperanza, las nuevas responsabilidades
emergentes”.
“La contribución política e institucional
de la que sois portadores no podrá, por lo tanto, limitarse a responder a las
urgencias de una lógica de mercado: tendrá que continuar asumiendo, como algo
central e imprescindible, la búsqueda del bien común, rectamente entendido, al
igual que la promoción y la tutela de la dignidad inalienable de la persona
humana. Hoy resuena más actual que nunca la enseñanza conciliar que afirma que
'a la hora de ordenar las cosas, hay que adecuarse al orden de las personas y
no al contrario'. Este de la persona es un orden que 'se funda en la verdad, se
edifica en la justicia y se vivifica en el amor ' y cuyo discernimiento no
puede proceder sin una atención constante a la Palabra de Dios y al Magisterio
de la Iglesia”.
“Los ámbitos en que se ejerce este
discernimiento decisivo son los concernientes a los intereses más vitales y
delicados de la persona, donde se toman las decisiones fundamentales inherentes
al sentido de la vida y la búsqueda de la felicidad. Esos ámbitos, por otra
parte, no están separados, sino profundamente unidos, ya que existe entre ellos
una continuidad evidente constituido por el respeto de la dignidad
trascendental de la persona, enraizada en su ser imagen del Creador y fin
último de toda justicia autenticamente humana”.
“El respeto de la vida en todas sus fases,
desde la concepción hasta su fin natural -con el consiguiente rechazo del
aborto procurado, de la eutanasia y de toda práctica eugenética- es un
compromiso que se entrelaza con el respeto del matrimonio, como unión
indisoluble entre un hombre y una mujer y como fundamento, a su vez, de la
comunidad de vida familiar (...) La familia, célula originaria de la sociedad
es, por lo tanto, raíz que alimenta no solo al individuo, sino también a las
mismas bases de la comunidad social”.
“Un auténtico progreso de la sociedad
humana no podrá, por tanto, prescindir de políticas de tutela y promoción del
matrimonio y de la comunidad que se deriva; políticas que deben ser adoptadas
no sólo por los Estados, sino por la entera Comunidad internacional, con el fin
de invertir la tendencia de un aislamiento creciente del individuo, que es
fuente de sufrimiento y de aridez, sea para la persona que para la comunidad”.
“Si es verdad que 'los hombres y mujeres,
en toda coyuntura de la historia, son rigurosamente responsables y deudores' de
la defensa y la promoción de la dignidad de la persona humana, es verdad,
igualmente, que esa responsabilidad concierne, de forma particular a cuantos
están llamados a cubrir un papel de representación. Estos, en especial si están
animados por la fe cristiana tienen que ser 'capaces de transmitir a las
generaciones del mañana, razones de vida y de esperanza”, finalizó el Papa.
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