viernes, 9 de agosto de 2013

RECONOCIMIENTO DE LA FERTILIDAD HUMANA


Por familia Quinchia Aristizabal
Los métodos de reconocimiento de la fertilidad humana son los instrumentos antropológicos  y cristianos para que el hombre y la mujer vivan ese plan que Dios quiere para ellos. Se diferencian antropológicamente, de los métodos anticonceptivos que son inapropiados para la  mujer y el hombre dado  que lesionan gravemente la comunión con Dios”. (Benedicto XVI.).



El desconocimiento del proceso biológico, tanto del hombre como de la mujer, y la procreación humana propicia  el control social sobre que altera el proceso biológico que como hombre y mujer Dios nos regaló. Por consecuencia de dicho desconocimiento,  nos sugieren varios métodos o procesos de control de natalidad que trastornan nuestro ciclo normal y a su vez traen diversos cambios en la persona.
 Los esposos son cooperadores del amor de Dios Creador y como sus intérpretes; a ellos corresponde decidir libre, personalmente y de común acuerdo acerca del número de hijos que han de tener.
El reconocer como esposos la fertilidad nos permite tanto  buscar y posponer nuestro embarazo, intimar como conyugue sin perder la espontaneidad del encuentro y las bendiciones que acompañan una entrega completa entre los esposos. Promueve la comunicación y un amor más profundo entre los esposos.
No contamina el cuerpo. Se puede usar en las diferentes circunstancias fisiológicas de la vida reproductiva (como lactancia, pre-menopausia, ciclos moderados, cortos y largos).
Buscando adaptarnos en la vida matrimonial como esposos quisimos buscar una alternativa sana que no alterara nuestro ciclo natural procreativo. Fue por esta razón que Dios nos permitió hallar el reconocimiento de la fertilidad y nos acogimos a este regalo sumergiéndonos en un mundo de maravillas que encontraríamos por el hecho de ser beneficiarios de este método.
En la actualidad llevamos siete años como usuarios del método Billings, el cual nos ha  permitido conocer el día en que hemos fecundado nuestros hijos y vivir la dicha de  cada encuentro como si fuera el primero.
Además, nos ha llevado a conocernos mutuamente, pues el proceso nos exige hacerlo en pareja, motivando una paternidad responsable donde comprendemos que los hijos son un proyecto de los esposos que se abren al regalo de la vida que Dios nos da  en los hijos.

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